Esta tarde era una tarde de primavera.
La luz era infinita.
Ante la luz infinita las personas se relajan.
Se relajan, y es entonces cuando surge el verdadero ser de su interior.
Las tardes de primavera tienen esa espritualidad. En ellas, se disuelven las persnas y surgen desde sus personajes abandonados, angeles de paz.
En los espacios abiertos de la ciudad la luz entra con mas claridad.
Normalmente, la luz en la ciudad no es clara.
Es luz, pero no es clara luz, es, mas bien, luz apagada.
Antes de ir a trabajar...
Unos instantes antes, saco mi yo-yo.
Este salta entre los dedos.
Le llamo "mi yo-yo" pero, soy yo, a el, a quien pertenezco.
El es el compañero de mi soledad.
Cuando necesito que la soledad se descargue de soledad juego.
Si la tension es tension, juego.
Si necesito hallar el vacio infinito, juego.
En el silencio de mi silencio, yo soy su juego...
...no le busques sentido, no lo tiene.
maestro zen.
miércoles, 2 de abril de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario